INTERNET EN TIEMPOS DE COVID-19: LA PANDEMIA DE LA DESINFORMACIÓN
Por Eduardo Fuentes
En cuestión de semanas, el Covid-19 dejó “confinadas” en sus hogares a mil millones de personas. Un escenario de emergencia en el que Internet se ha vuelto un preciado recurso, posicionándose como una herramienta de primera necesidad.Pero Internet también tiene su propia pandemia.
Esta dependencia digital ha puesto en evidencia el límite ético de lo que es correcto publicar o no. Después de todo, en la era digital también ha surgido una cantidad no menor de “Semidioses Virtuales”, que sustentados en los avances tecnológicos creen tener poderes casi divinos, principalmente para encantar a los casi 2.500 millones de “fieles” y adictos usuarios que existen hoy según las estadísticas.
Por otro lado, nos encontramos en escenario de emergencia sanitaria que tiene a todo la orbe involucrada y, a la vez, con internet como el único canal de comunicación que los lleva a realidad que van más allá de sus cuatro paredes.
En este punto, vale preguntarse qué tan riesgosa puede ser la cantidad de desinformación generada por quienes transitan en el mundo virtual y que, en paralelo, manipulan datos, cifras e incluso faltan a la verdad. Cabe esperar que los gigantes tecnológicos resuelvan cómo regular dichos contenidos y manejar oportunamente las posibles consecuencias de lo que se pudiesen generar.
Tengo la sensación de que la única excepción a la regla dentro de esta tremenda selva que son las redes sociales es Twitter, plataforma que se comprometió públicamente a frenar la emisión de información que vaya en contra de lo instruido por parte de las entidades de salud pública.
Quizás, este tipo de gestos o decisiones son las que hacen falta para dar ese primer paso hacia la innovación moral que tanto necesita el mundo de usuarios de tecnología hoy, compuesta de valores sustentables y construidos a través de la colaboración colectiva.
Por otra parte, si bien los esfuerzos corporativos son muy importantes, también es fundamental la legislación nacional y los acuerdos que se generan internacionalmente.
Como tendremos que esperar para que todo eso ocurra, la pregunta es cómo podemos cerramos este ciclo desvirtuoso de “fake news”. Por ahora, a través de los esfuerzos individuales, para definir y viraliza las buenas costumbres en la net, uno de los grandes desafíos de hoy.
El llamado a mantener la libertad de expresión, pero sin caer en la desinformación y el daño a lo público y a lo privado de cada persona.
Creo que hoy existen mujeres y hombres poderosos e independientes, pero no me queda claro si todos con los valores éticos para manejar de buena manera ese seductor poder.
Confieso que debemos temer y ser cuidadosos con esta tecnología que, tal como la epidemia, avanza a pasos agigantados día a día, en un escenario sin Dios ni ley.