“A dos años de estallido social, un revelarse por años de desigualdad y la presión de vivir al límite con lo mínimo”.
No fueron 30 pesos, fueron 30 años, la gota que rebalsó la paciencia del pueblo chileno.
Un símil de esto es el ahogo de los funcionarios de salud del Hospital Rancagua, quienes en pandemia por casi dieciocho meses tuvieron que asistir al doble o triple de pacientes, ya que las camas críticas se multiplicaron para no tener que negar a nadie un cupo de hospitalización y pasar a tener el dilema de la última cama.
Esa forma de trabajo a presión fue por la contingencia sanitaria, sin embargo, esta práctica estoica y riesgosa tanto para el paciente como para los funcionarios, pretende prolongarse y hacerse habitual, asignando más camas para control y cuidados a un menor número de profesionales.
En pandemia trabajaron de esa manera, con todo lo que ello significó, pero en el contexto de una situación emergente y crítica en la que todos los hospitales del país y el mundo estaban igual o peor. Ahora que el número de hospitalizados ha disminuido, se pretende mantener la misma práctica de atención y cuidado al paciente.
La Directiva del Colegio Médico de O’Higgins denuncia lo riesgoso y negligente de esta práctica, esos riesgos afectan tanto a los pacientes como para los funcionarios de salud a cargo.
El Colmed O’Higgins hace un llamado a las autoridades a retrotraer esas medidas y alinearse a una atención de calidad y seguridad de los pacientes.