Columna de Opinión del Profe Cristián López

            En los múltiples temas que ha abordado la filosofía en su historia aparece como hecho trascendental y permanente la necesidad de definir lo “esencial” de un problema, objeto, idea y contexto, es decir, identificar aquellas cualidades que hacen que una cosa, idea, objeto, periodo histórico, arte, creación, etc. sea lo que es, para de esta forma tratar de enmarcar con delicada urgencia la temática exacta que origina la discusión y aportar argumentos que sustentan una perspectiva del problema

Obviamente que en algunos tipos de objetos la tarea resulta algo más llevadera para resolver sobre todo si existe un soporte de vocabulario lo suficientemente amplio o un conocimiento más especializado que permite al menos acercarse con mayor certeza a una solución adecuada.

Existen otro tipo de objetos, ideas o manifestaciones culturales e ideológicas que requieren algo más de examen que un soporte o bagaje de conocimiento, como por ejemplo (muy vigente para nuestros días) la necesidad de definiciones políticas claras respecto a principios, acciones y visiones del mundo de cada sector político, sin temor o al menos con cierta claridad de lo que se busca o propone, para ayudar a decidir a los votantes, el que exista una cancha rayada, clara y sin vaguedades en cuanto a la pertenencia del sector político es a esta altura una urgencia ética

Hace un par de semanas me entrevistaron en un nuevo canal digital para un podcast, y en una de las preguntas me consultaron si me consideraba una persona progresista, me tomé mi tiempo para responder, pues las clasificaciones de este tipo me complican, no porque no sepa cómo hacerlo, sino que lo que ocurriría es que a fin de cuentas sería un externo quien decidirá si yo cumplo con los requisitos para la categoría. Una vez finalizado el espacio me quedé con la duda respecto a lo que significa cada una de las clasificaciones actuales respecto a lo que significa en término esenciales ser de izquierda, socialista democrático, frente amplista, comunista, progresista, centro izquierdista, liberal, ser de centro, amarillo, de derecha moderada, de derecha extrema, libertario, social cristiano, y todas las clasificaciones existentes por cierto al de la caricatura que son utilizados como ofensas y denostación permanentes orcos, zurdo, zurdito, comunista, amarillo, facho, facho pobre, patriota, etc.

En tiempos de elecciones y primarias con una cantidad importante de candidatos, candidatas y precandidaturas, vemos esfuerzos por conseguir adeptos a partir de marcar diferencias con otros e identificarse consigo mismos, con lo que siempre han sido, con su esencia, pero ahí viene la pregunta ¿qué es lo que a ud candidato o candidata lo hace ser de derecha o definirse como representante de la derecha, de izquierda, de centro o del mundo progresista del mundo patriota del mundo que sea?

Víctor Frankl establece sabiamente que la verdadera tensión moral del ser humano no es decidir sobre una acción moral a partir de lo que dice el angelito bueno y el angelito malo, sino que es la tensión que se provoca entre lo que se dice y se hace. De esta forma el no definirse puede ser una salida cómoda, de hecho, ver la propaganda electoral donde los candidatos ponen solo su número en la lista A5 o B7 sin destacar con letras grandes a qué coalición pertenecen ni menos a qué partido puede ser una salida al problema, pero, como dice otro gran pensador Albert Camus: “los problemas del ser humano comienzan por no hablar claro”, por lo mismo es que no se extrañen estimadas y estimados miembros de la llamada clase política que la gente diga que son todos iguales, pues sino hay diferencia o rescate de la identificación con aquellas cualidades que le hacen ser de un sector político, esa situación de ser todos iguales, es una conclusión válida.

La cancha está lista pero no sabemos si los jugadores lo están ¿la izquierda sigue siendo la interprete del mundo del trabajo, los sindicatos y estudiantes? ¿la derecha y los libertarios siguen son las guaripolas del orden la libertad y la seguridad?

En la época de las crisis colectivas e individuales siempre es bueno volver a los orígenes y redescubrirse, pero ahí nos nacen nuevas preguntas: ¿estarán dispuestos a hacerlo? ¿Serán capaces de asumir que algunas cosas permanecen y otras ya se transformaron en algo distinto? ¿Serán capaces de sostener lo que no es sostenible porque han dicho una cosa y han hecho otra? ¿Hasta dónde llega el reencontrarse con los orígenes si en la búsqueda de las alianzas a algo se renuncia? ¿Serán tan valientes para asumir que a algo se renuncia y comunicarlo? 

Pues bien, ahí está nuestra tarea ciudadana, que no sea un mero intento, la claridad es valentía y honestidad, por eso el definirse y destacar lo identitario y distintivo es una urgencia cívica ética entendiendo que en el tiempo las cosas y los contextos provoquen diagnósticos, soluciones y definiciones distintas, que debe asumirse y sobretodo explicarse, e ahí el desafío para no morir en el intento.